Mentiras, sentimientos no correspondidos, promesas de cambio que no llegaron…
O ya estás al nivel donde te manipula y maltrata (¿o tú a él?)
También puede ser que te pese demasiado el tiempo juntos, la costumbre y la familia; pero no terminas por “resignarte”, pues hay una espinita punzante que se te sigue clavando cada día más y te dice: “vete de aquí”.
¿Cuáles son los peligros que te acechan? Opción múltiple:
· Ser “la villana” que toma una decisión despiadada y se cargue un mal karma
· Ser “la mártir” que sacrifica su felicidad “para no causarse más problemas a sí misma, ni a los demás”
· Ser “la tonta” que por equivocarse, se vaya a arrepentir y quedarse sola
¿Algún otro? (la lista no tendría límite)
Aferrarte a la pareja como único símbolo de felicidad individual
Llegar al límite de no terminar tu relación por muy mala que sea, es como comprar un grado universitario falso: al final no te va a servir para nada en la práctica.
Me pregunto: ¿de dónde viene tu certeza de que te vas a quedar sola y nadie más te va a querer, si terminas con tu pareja?
Crees que no vas saber relacionarte mejor por tu edad, tus recursos, inseguridades, etc. Pero confía cuando te digo que he visto mujeres renacer desde las cenizas con todo en contra, gracias a que toman en sus manos ese poder que siempre han tenido, pero no conocían.
La compasión por él y no querer fallarle a los demás
No le subestimes al creerte que "tú le vas a destruir la vida": al contrario, podrían ahorrarse un pasaje muy oscuro juntos si actúas con claridad.
De los demás, ¿qué te digo?: familia, amigos, sociedad… ¿De dónde aprendiste que para estar bien en tema de pareja, debes cumplir con lo que ellos esperan de ti?
Una cosa es que en espiritualidad digamos que la vida es "como un teatro donde representamos personajes", pero no confundas eso con circo, en el que tu deber es dar el show que los demás esperan de ti para quedar contentos.
Que tu actuar en pareja les perturbe la vida no es sano y deberán trabajar en ello por su cuenta.
"No quiero lastimar a mis hijos"
Esto merece mención aparte porque es tan común e importante que, en tu afán por no herirlos, los terminas dañando más al enviar un mensaje distorsionado:
“He decido NO ser feliz, por ustedes”
Y es que una cosa es la pareja y otra, la relación que cada uno tenga con ellos.
La amargura y el conflicto de sostener una relación insostenible, se les transmite por más que argumentes que “procuran que no se den cuenta de los problemas”.
Hay cierta ingenuidad tuya en eso, el problema es que crees que también en ellos: pero no es así.
Basta que todos tus miedos e inseguridades se agolpen, para no poder irte de esa relación de pareja, aunque no se trate de un matrimonio, ni tengan hijos.
Te digo de una, que esos impedimentos terminan siendo fantasías que de ti depende que se hagan realidad, pero para evitarlo es que estamos aquí, ¿ok?
“Si tan solo tuviera una señal para saber qué hacer”…
¡Que las tienes todas encima!, por algo estás como estás ahora; pero no te preocupes más de la cuenta, que aquí vamos a aprender una nueva perspectiva para verlas, aceptarlas y usarlas a bien.
Solo te recuerdo que suele ser como esas buenas inyecciones que alivian: alguito dolorosas y no tan “exprés” como quisieras.
El único y más grande impedimento para no hacerlo, será dejarte atropellar más por tus miedos y creencias.
Hablando de eso, nota cómo tus barreras contaminan hasta las soluciones que has pensado:
¿Qué hago para no tener que irme de donde me quiero que ir?
· “Si dejo pasar tiempo, tal vez todo se compone” (así, solito); lo cual, no es más que evadir o mirar “de reojo” cómo todo sigue igual.
· “¡Le consigo terapia! y que además, los otros hablen con él para que mejore”: su familia, tu familia, los amigos, ¡o hasta los hijos! (es decir, acorralarlo creyendo que eso es “hacer algo”, para no tener que realizar el cambio que A TI TE CORRESPONDE)
Déjame agregar que, cuando la pareja acepta, encima de todo, te deja a ti la tarea de encontrarle terapeuta, agendar la cita y hasta llevarlo (y tú, eres capaz de cargarte todo eso)
· ¿O te ha pasado por la cabeza, tener una “doble vida” que te permita soportar esta de la que no te puedes ir?...
Suele pasar que “aparece alguien más”; pero caer ahí, sí que es jugar con fuego y no por lo moral; sino porque es una manera de escapar, ahora sí, con egoísmo.
· El mito de que “no puedo cortar la relación porque él no quiere”. Si tus sentimientos dependieran de un acuerdo racional, bastaría con proponértelo y todo cambiaría, pero sabes de sobra que no ha podido ser así:
Para iniciar una relación deben querer los dos, pero para terminarla, basta que uno lo desee para que se acabe, no hay más.
Pon atención, que viene una muy compleja y común:
· Crees que es tan malo el que quieras romper que, aunque estás convencida, buscas terapia para ti; para que te ayuden a componer "tu problemita de ser tan mala persona" por ya no querer estar con él, ya que “lo natural” es conservar la relación (por mandato divino, familiar, social…)
· La anterior es prima-hermana de “vamos a echarle ganas para superar obstáculos y que esto funcione” (aunque en realidad, ya le echaste todas y no te alcanzaron)
¿Y por qué, en realidad, no puedes zafarte de esa relación?
Todo tiene una base muy bien aprendida y fortalecida en tu pasado:
Eso y mucho más, podrías haberlo absorbido como consejos, a través de cómo te trataban, o por verlo en la dinámica entre tus padres y entorno familiar.
La pregunta ahora es: ¿en dónde enterraste todos esos recursos básicos que tuviste que reprimir y que ahora tanto necesitas para marcharte de donde no eres feliz?
Y es que somos tan inocentes cuando encarnamos en esta vida, que todo lo del amor y sus expresiones, lo tomamos de nuestros primeros espejos: los criadores.
Y no es un juicio en la corte para hallar culpables. No es sentencia, es referencia.
Claro que puedes y mereces irte de donde no eres feliz, te explico:
Como “lo tradicional” no ha podido con tus resistencias hasta ahora, será recomendable abrirte a una mirada más amplia de lo que es la vida. Muchos le llaman espiritual, otros trascendental o transpersonal.
El caso es que si comprendemos que esta experiencia humana es una escuela que podemos gozar, vamos a facilitarnos el proceso al entender que somos responsables de ir siendo cada vez más sabios; y que las dificultades que enfrentemos y el dolor que nos causen, van a ser las señales que nos guíen hacia esa sabiduría.
Así que más vale tarde, que nunca.
Entonces, ¿tienes aprendizajes familiares que te impiden dejar tu relación de pareja y no sabías?...
Bajo la analogía de la vida como una escuela, te pregunto:
Partamos de ahí, hacia una actualización o modernización como lo hacen los profesionales en los posgrados ¿te has fijado?
Uno quiere ir con el médico que sepa lo último, estudiar en la escuela más innovadora, usar la tecnología más avanzada posible… Lo obsoleto va dejando de servirnos y hasta nos causa más contratiempos, dobles gastos y dolores de cabeza.
Entonces, a ti te está dejando obsoleta tu manera de moverte de las relaciones y por eso, tienes un posgrado en puerta para la especialidad que se llama: “cómo irte de donde no eres feliz, para poder serlo”.
Pero resulta que te da miedo estudiarlo, porque ello provoque que te quedes sola y ser mala con los demás…
¿Te hace sentido semejante y absurda contradicción?
Se trata de que tu forma de vivir no sea más la que aprendiste hace 10, 20, 30, 40, ¡50 años o más!, sino que tu pasado sea el referente de un “antes y un después” en honor a tu misión de vida: moldearte a ti misma siendo tu propia escultora; y evolucionar la manera en la que tus antecesores lo hicieron.
Es hora de que descubras a una extraordinaria maestra de vida en ti misma: eres alumna y "sensei" a la vez: dos en una.
Igual tu futura ex pareja (¿?), tendrá la oportunidad de entrar en su proceso de actualización de vida y creencias a raíz de tu partida. Si se abre a tomar de ahí lo que más le haga crecer, perfecto; si no, será una decisión ajena a ti.
El amor como energía, no como sentimiento.
Sentimiento es algo que involucra mucho la cabeza y todo lo que “deberíamos hacer con lo que sentimos” para no fallar; y es cuando normalizamos situaciones tóxicas con tal de no romper esquemas, aunque estos ya no nos vengan bien.
En cambio, el amor como energía, es algo íntimamente ligado al sentido evolutivo del alma: al autodescubrimiento y “despertar de consciencia” con la confianza de que un acto de congruencia contigo misma, siempre abrirá caminos nuevos e inesperados y muy positivos, en compañía de la paciencia.
Por experiencia te digo: en los casos así que he acompañado y se han abierto a tomar su propia verdad, algo inesperadamente bueno ha florecido en sus vidas.
Cada pequeña decisión tuya va desbloqueando un poder distinto en ti que no sabías que tenías, puesto que se va liberando con tus propios actos nuevos.
Viene de adentro, no de afuera.
Parece magia, porque aparecen seguridades y recursos en ti, que no creías tener; cuando la realidad es que empiezas a hacer visible, lo invisible de ti (aquello que enterraste en la crianza, ¿recuerdas?)
Y eso, te ayuda a dar más y más pasos.
Para ello, hay quien requiere un testigo, un espejo; quien te cuestiones y señale lo que no ves; alguien que te ayude a sostener tus nuevas verdades y te avise cuando vuelvas a abrazar las que ya no te sirven, para que las sueltes: el acompañamiento desde esta perspectiva transpersonal (psicoespiritual) es una opción siempre a la mano.
Es un plan evolutivo para tu alma y persona:
La garantía de tener una buena relación de pareja mañana, es saber dejar esta que hoy, no lo es.
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